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domingo, 19 de septiembre de 2010

Caminaremos... ( a Jose Antonio Labordeta)



Escribo con sentimiento duro, yermo como la tierra hecha arena al final del verano. Esa tierra triste y desamparada, agotada de hambre y represión, pobre y noble, que conocí a través de tus imágenes y canciones.

Es extraño sufrir pérdidas desconocidas e íntimas de una vez. Injustificado sufrir y sin embargo se siente, difícil de explicar, de compartir.

Me refugio en paisajes y paisanajes buscando tu huella en cien árboles aislados junto a marchitos pueblos. Ningún paisaje puede aprehenderse sin las emociones que lo han modelado, sin la cultura que dialoga con él.

Imposible también entender mis paisajes sin ti.

Gracias por tantas cosas importantes…

Caminaremos, amigo, caminaremos.

Hasta siempre!!!

martes, 24 de agosto de 2010

Thich Nhat Hanh


Thich Nhat Hanh nació en Vietnam en 1926. Ha sido monje budista durante más de cuarenta años además de poeta y activista por la paz. Fue nominado por Martín Luter King Jr. Para el Premio Nobel de la Paz en 1967. Actualmente vive en Plum Village, una comunidad budista cerca de Burdeos, Francia, que él fundó en 1982. Ha escrito más de 60 libros, destaca su libro: "Versos para vivir con atención".
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1. No seas idólatra ni te ates a ninguna doctrina, teoría o ideología, incluso las budistas. Todos los sistemas de pensamiento son guías, no son la verdad absoluta.


2. No creas que el conocimiento que tienes ahora es absoluto, inmutable. Evita ser de mentalidad estrecha y atarte a los puntos de vista presentes. Aprende y practica el desapego de tus puntos de vista para estar abierto a recibir los puntos de vista de los demás. Preparate para aprender a través de todo, a observar en tí mismo y en el mundo en todo momento.

3. No fuerces a los demás, ni siquiera a los niños, por ningún medio en absoluto, a adoptar tus puntos de vista, ya sea por autoridad, amenaza, dinero, propaganda o incluso educación.
Sin embargo, por medio del diálogo compasivo, ayuda a los demás a renunciar al fanatismo y a la estrechez.

4. No evites el contacto ni cierres tus ojos al sufrimiento.
No pierdas la conciencia de la existencia del sufrimiento en la vida y del mundo. Encuentra maneras de estar con aquellos que sufren por todos los medios. Incluyendo el contacto personal y las visitas, imágenes y sonido. Por tales medios despierta en ti mismo y en los demás la realidad del sufrimiento en el mundo.

5. No acumules riquezas mientras millones están hambrientos. No tomes como objetivo de tu vida la fama, el provecho, la riqueza o el placer sensual. Vive simplemente y comparte el tiempo, la energía y los recursos materiales con los que estén en necesidad.

6. No mantengas ira u odio. Tan pronto como surjan la ira o el odio practica la meditación sobre la compasión para comprender profundamente a las personas que han causado ira u odio. Aprende a ver a los otros seres con los ojos de la compasión.

7. No te pierdas en la dispersión ni en el ambiente que te rodea. Aprende a practicar la respiración para recuperar la compostura del cuerpo y de la mente, para practicar la atención, y para desarrollar la concentración y la comprensión.

8. No pronuncies palabras que puedan crear discordia y causar ruptura en la comunidad. Haz todos los esfuerzos para reconciliar y resolver todos los conflictos, aunque sean pequeños.

9. No digas cosas falsas por interés personal o para impresionar a los demás. No pronuncies palabras que causen desviación u odio. No difundas noticias que no sabes que no son ciertas. No critiques ni condenes cosas de las que no estás seguro. Habla siempre verdadera y constructivamente. Ten el valor de hablar sobre situaciones de injusticia, aún cuando hacerlo pueda amenazar tu propia seguridad.

10. No uses a la comunidad budista para ganancia o provecho personal, no transformes tu comunidad en un partido político. Una comunidad religiosa debe, sin embargo, tomar una actitud clara contra la opresión y la injusticia, y debe esforzarse por cambiar la situación sin engancharse en conflictos partidarios.

11. No vivas con una vocación que sea dañina para los humanos y la naturaleza. No inviertas en compañías que priven a los demás su oportunidad de vivir. Elige una vocación que te ayude a realizar tu ideal de compasión.

12. No mates. no permitas que otros maten. Encuentra todos los medios posibles para proteger la vida y prevenir la guerra.

13. No poseas nada que debería pertenecer a los demás. Respeta la propiedad de los demás pero evita que los demás se enriquezcan con el sufrimiento humano o el sufrimiento de otros seres.

14. No maltrates a tu cuerpo. Aprende a manejarlo con respeto. No veas a tu cuerpo simplemente como un instrumento.
Preserva las energías vitales (sexual, respiración, espíritu) para la realización del camino. La expresión sexual no debería ocurrir sin amor y compromiso. En las relaciones sexuales, sé consciente del sufrimiento futuro que pueda causarse.
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Para preservar la felicidad de los demás, respeta los derechos y compromisos de los demás. Sé plenamente consciente de la responsabilidad de traer nuevas vidas al mundo. Medita sobre el mundo al que estás trayendo nuevos seres.
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No creas que yo siento que sigo todos y cada uno de estos preceptos perfectamente. Sé que fallo de muchas maneras. Ninguno de nosotros puede cumplir plenamente cualquiera de ellos. Sin embargo, debo trabajar hacia esa meta. Esa es mi meta. Ninguna palabra puede reemplazar a la práctica sólo la práctica puede hacer a las palabras. "El dedo que señala a la luna no es la luna".

martes, 6 de julio de 2010

Tierra


























Sabes, tierra, que las conversaciones más sinceras no llevan palabras.

Que quise a paisajes y árboles mejor de lo que he sabido querer a personas, que en ellos vivo y perduraré cuando me haya marchado. Sabes que he sentido tanto tiempo frustracción ante lo que ignoro, que me ha provocado dudas sobre cómo relacionarme contigo; para terminar en algo más cercano al animismo que a la ciencia.

Pero de cuando en cuando, aún sigo revelándome ante la limitación de mi memoría, la cual un tiempo jugue a tapar huyendo hacia adelante y que como todas las huidas, no hizo sino acercarme a aquello de lo que huia; mi ignorancia, mi generalidad. Mi visión amplia y sin raices, desde la cual mi camino a veces parece un eterno abandono de personas y cosas, de proyectos, que me dejan sólo y vacio.

Vuelvo y volveré, con el objetivo de que al regreso sin retorno, no acuda con demasiadas cosas inservibles. Sé que llegare a ti todo lo acompañado que llega quien ya no puede distraerse de morir; solo y con miedo. ¿Podrémos hablar antes, de corazón a corazón?, ¿Cúando vendrás a hablar conmigo?

Llevo toda una vida esperándo y aun cuando estamos a solas, no he logrado escucharte.

sábado, 5 de junio de 2010

Segunda Pieza


Leía hace poco que una de las desgracias de Pessoa, puesta en boca de uno de sus heterónimos, era poder ser definido como alguien a quien todo le interesa y nada le cautiva. A decir verdad hacia mucho tiempo que no leía, yo, una persona siempre ocupada en definir de forma precisa y concreta su desordenado paso por la vida; una frase que definiese tan bien mi manera de relacionarme con el resto de cosas.

Un maestro que tuve en mi errático, como todo lo demás, camino espiritual, decía que la virtud y el defecto suelen ser una misma cualidad desarrollada en diferente grado. Y esto que decía Pessoa es así. Descrito por el como un defecto, o al menos una cualidad cuya única consecuencia es algún tipo de dolor íntimo, tiene otra parte que él obvia deliberadamente mencionar, a veces es virtud ser eterno generalista y no poseer un conocimiento profundo de nada. No demasiado a menudo me replicaría, a lo que tendría que darle la razón.

A los que poseen un conocimiento profundo de diferentes ámbitos yo los llamo sabios, los que lo hacen acerca de un tema específico son simplemente expertos, luego hay también quienes no conocen apenas nada, claro, y permanecen ajenos a este tipo de reflexiones inútiles.

El resto vivimos siempre en tierra de nadie, con la soledad de la ausencia de pulsiones que dirijan nuestra vida. Ya que por todos estos motivos, nunca podremos aspirar a la maestría en nada, nos queda el consuelo de comprender la vida de muchas personas, que nosotros contemplamos desde nuestra tierra vacía. No se entienda mal, no es una alta atalaya desde donde mirar con cierto desdén; es más bien un desierto desde el cual miramos ajenos y solos al resto de la humanidad, que de forma consciente o no sigue una dirección en sus vidas.

domingo, 2 de mayo de 2010

Elegía en prosa

Hola Conchi,

Como son las cosas, me enteré hace poco, por teléfono, que ya no estás. Llevo pensando en escribirte, si eso puede hacerse a estas alturas, algunos días. Me asusta un poco, te sorprendería lo miedoso que soy a veces, pero ahora es un momento mejor que otros.

En el lugar donde vivo desde hace un año hace una tarde preciosa, tengo personas con quien pasear, pero no me decido a usar el teléfono. La luz al entrar por mi salón provoca momentos diarios de magia, sabes aun no estoy tan ciego como para no verlo. Ahora es uno de esos momentos. Esta tarde volvería a pasear contigo, como hace 20 años, por aquellos caminos que hoy han sido urbanizados o ya no existen. Recuerdo indignado cuando hace años volví al chalet de mis abuelos, ver el robo de muchos de los mejores momentos de mi infancia. Se que no es un robo, que todo se va, lo entiendo pero me duele. También volví a visitarte, la penúltima vez que nos vimos, algo me consuela. Ahora ese robo que siento es mucho mayor, no sabes cuanto lamento habernos visto tan poco estos últimos años, debe ser eso de crecer, o de mal crecer, el irse perdiendo de las personas que en algún momento fueron importantes y hasta tal punto llega el absurdo que ni nos enteramos de cuando se van.

Pero vaya, yo ahora quería darte las gracias, quizá sin demasiada poesía, pero de forma sincera, por regalarme muchos paseos y mucho amor. Por pasar puntualmente a llamar a aquel niño que siempre gusto de estar entre adultos, que usaba palabras rebuscadas sin entender muchas veces su significado preciso, para dar esos maravillosos paseos, que no sabes cuanto he extrañado al ir creciendo.

Sabes, para mi empezaba el misterio al alejarse de las últimas casas, al caminar entre páramos de cultivos de secano. En el Chalet y en esos paseos, ahora que vuelvo con la memoria, encontraba un sencillo bienestar que, me tienes que perdonar, creo que he perdido, o lo tengo oculto en algún lugar y no logro encontrarlo. Recuerdo también la casa abandonada donde nuestros pasos solían terminar, mi fascinación por los páramos solitarios, cuyo eco encontré algunos años después al leer a Machado, pero que ya de niño me despertaban una sensación amarga y acogedora a la vez. Lo cierto Conchi es que me sentía bien feliz contigo, como con todo lo que vivía en los calidos veranos de El álamo. Las lentas horas de la siesta siempre concluían con nuestro paseo y ninguno de los muchos paseos que han venido después han sido tan entrañables.

Claro que las personas nos equivocamos, pero puedes estar tranquila si es que cometiste muchos errores, pues sembrar el amor en otro corazón, como hiciste sin saber bien como en el mío, es suficiente para significar el poco tiempo que andamos por aquí; nuestra vida.

Yo, por mi parte, te tengo que hacer sitio sin quererlo, en el lugar del corazón donde viven las pérdidas, justo al lado de mi abuela, tu amiga, para que de algún modo continúes conmigo. Volveré sobre tu recuerdo y sobre nuestros paseos, no lo dudes.

Bueno Conchi, tu amigo te sigue queriendo, ¿cómo podría ser de otro modo?

Gracias y hasta siempre, donde estés.

sábado, 20 de marzo de 2010

Dibujos en el aire


Tendemos a pensar que las cosas para nosotros importantes, lo son de modo intrínseco. Nuestra red de importancias refleja una suerte de orden natural jerárquico y puesto que todo es tan obvio, no hay reflexión.

Más si comenzamos a alejarnos de nuestra claridad de ideas, desde el primer escalón, se ve una inmensa red de “importancias” que las personas proyectan alrededor, es el tejido de la humanidad, que con frecuencia separa más de lo que une a las personas.

Un poco por encima, desde el segundo, se ve como nuestra vida, igual que el resto de vidas, será feliz en la medida en que aquello que es importante, ¡porque obviamente lo es!, para nosotros se cumpla, importa menos si se trata de prestigio, status, un ideal de familia… Por ende, seremos desgraciados cuando nuestras decisiones, actitudes y aptitudes nos lleven a lugares menos importantes.

En el tercer escalón hace más viento, desde la distancia uno comienza a preguntarse ¿por qué tal o cual cosa es importante? Para ser sinceros, la existencia de cualquier jerarquía de importancias se pone en tela de juicio y las vidas de abajo, incluida la propia, parecen regidas por un conjunto de decisiones arbitrarias, caprichosas si se quiere, pero que nada tienen que ver con la naturaleza de las cosas. Se ve con ternura y compasión (etimológicamente sentir con), la necesidad ,común y desesperada, de tener referencias en el vacío, intentar poner orden para continuar andando, que es más sencillo que preguntarse sobre el sentido o necesidad de andar, sobre el lugar de destino. Ante la falta de respuestas a ninguna pregunta fundamental, es mejor dar un sentido estéril a la vida y andar junto a nuestros compañeros de camino, igualmente perdidos, pero que también andan a fin de cuentas. Así se obtiene compañía, uno se siente menos solo y como camina (aunque en el fondo, no sepa hacia donde), la inercia del movimiento parece dar sentido a las cosas.

Cuarto escalón e intensa sensación de lejanía y vértigo. Con todo, si se ascendió fue para poder hacerse preguntas, así que ninguna se esquiva. A estas alturas y en estas alturas, uno empieza ya a dudar de que realmente las personas sean libres para escoger sus importancias. Si nuestras vidas se ordenan por decisiones arbitrarías que establecen prioridades, sería deseable que al menos fuésemos libres para escogerlas. Puestos a elegir un objeto externo en el que proyectar nuestra felicidad (!), ¿escogemos lo que de corazón queremos?

Si uno se sienta por un tiempo, se puede ver como todo cuanto edificamos, por lo que reímos y lloramos, no son más que dibujos en el aire. De nuevo no importa si hablamos de éxito financiero, reconocimiento intelectual o algún tipo de destreza. Todas estas cosas son con frecuencia obtenidas a costa de algo, o peor aún, a costa de alguien, nosotros mismos. Nuestros logros torpemente nos sirven para presentarnos ante nosotros mismos y ante el mundo, pero, ¿responden a algo fundamental?

A la luz de la muerte, tal vez la luz bajo la que debe mirarse la vida, se ven recorridos erráticos y como nuestros dibujos en el aire, serán barridos por el primer viento la mañana siguiente a cuando nos hayamos marchado. ¿Habremos comprendido algo?

Me gusta pensar que, al menos, antes de partir tendremos la lucidez y el valor de formular las preguntas adecuadas.

Con amor y compasión.

viernes, 12 de marzo de 2010

Dejar atrás

Poco antes de partir, las amarras del barco se tensan. Siempre fue así, todas las veces. El muelle del puerto reclama con sus brazos de cuerda lo que por un tiempo ha sido suyo.

Con todo, muelle y barco, saben de la inevitable partida. Por eso los preparativos no cesan, las cajas se cierran y apilan, el motor se enciende y apaga y desde el puente de mando, un hombre solo lleva sus ojos a un lugar distante e indeterminado. La mañana empezó nublada, a partir de una distancia es imposible diferenciar la frontera entre cielo y agua. Todo es lo mismo, todo esta en calma.

Certeza de levar ancla y de no conocer el rumbo. Los mapas de navegación se perdieron o dañaron en algún viaje. Serenidad ante el cambio de guardia de las soledades; despidiendo unas para recibir otras.

Hoy el viento se clava en una piel que no es igual que diez años atrás, que va acumulando señales, como el corazón, de todos los puertos.

Barco y hombre siguen siendo los mismos. Nunca hay certeza sobre si el barco conseguirá salir a mar abierto, sobre la duración del viaje, sobre el dónde y el cómo se pisará tierra firme de nuevo.

Y aun con todo, el viento es tan fuerte que evapora cualquier lágrima.
Con todo, consigue soltar el último cabo, verlo caer al agua sin apartar la vista y renunciar a amarres desesperados.

Se sienta,
Y finalmente zarpa.

lunes, 8 de marzo de 2010

Historias de la selva

Se necesita contar cosas, por razones tal vez confusas, o simplemente por tener la certeza de que si no son contadas, algo se pierde a nivel personal, y a nivel colectivo.
Son detalles de una realidad enormemente variada, que rompen nuestra imagen de la misma. El reto estriba en como contarlas sin opinar. Gary Snyder escribió en un poema “La mente pura no tiene opinión”. El reto siempre está en escribir desde esa mente pura, ajena a uno mismo.


El tiempo va transcurriendo, y quien tembló de miedo y de fascinación, regresó para encontrar de nuevo sus vallas, sus limitaciones, sus sueños, y la vida tal como la dejó. Regresó a valorar la vida, a enjuiciarla y frecuentemente aprisionarla bajo criterios de objetivos a cumplir, de lugares donde llegar, de bienes que obtener. Nada de eso ha llegado, y esas mismas carencias, ese mismo vacío que de cuando en cuando regresa para arrasarlo todo; permiten sentirse cerca de quienes aun continúan viviendo sin nada de lo que consideramos imprescindible.

En las noches en las que era complicado dormir, llantos de niños hacían callar la infinidad de sonidos que rodeaban una cama destartalada e incómoda. En algún momento toda la humanidad fue así, y los llantos nocturnos de los niños indicaban, como aun indican en algunos lugares, la modesta presencia humana en mitad de algo mucho mayor, en mitad de la vida sobre este planeta.


Nicolás murió… Intenso olor a muerte, proximidad de una muerte aquí restringida a los hospitales, como si no existiese, pero existe. Velamos su muerte horas, algunos casi días, y entre toda la comunidad se le enterró con unas viejas zapatillas, y algo de comida; para el viaje supongo. Nicolás vivió y murió en medio de la selva, como los hombres llevan haciendo miles de años. Probablemente tuberculosis, que su mujer cuido hasta el día de su muerte, día tras día, noche tras noche. Cuidar una tuberculosis no es fácil, incluso hablar con un enfermo terminal de tuberculosis impresiona; más en la selva las cosas se asumen, entre ellas la muerte. Pocas veces puede verse un acto así de amor…
Murió sin dejar nada, tan sólo una casa levantada, y una cama vacía en el dormitorio familiar. Nicolás no dejo nada a una familia con menos posesiones materiales entre todos sus miembros de las que yo tengo en mi habitación. Le conocí ya muy enfermo, y casi a diario me pregunto cuánto tiempo pasó con sus hijos bañándose en el Quiquibey, cómo les enseño a cazar y pescar, o como conoció a su mujer, (que entre risas confesaba no saber con seguridad cuantos años tiene). No puedo evitar ver a Nicolás como a una persona repleta de la dignidad que sólo la sencillez brinda. Entonces recuerdo las palabras de Taisen Deshimaru: “cuando el hombre olvida todos sus objetivos, se da cuenta de que no es nada, y puede relajarse”. Entonces verdaderamente me relajo, miro las plantas de mi terraza y a mi gato durmiendo despreocupadamente, y siento como una certeza que no hay lugar al que ir. Pienso en Nicolás, comprendo, e intento asumir la idea de nacer y morir sin nada…Sólo vida desnuda.
Sería bueno que todos tuviéramos a nuestro Nicolás para ver algunas verdades.

Hielo

A veces se pierde la poesía. Uno no sabe bien el momento en que se produce, el lugar donde quedó abandonada, pero al transcurrir los días, nota una íntima ausencia. El fino cordón que nos une al mundo se parte, todo se aleja imperceptiblemente. Dejamos de sentir.

Cada uno tenemos nuestro poema, con versos alegres y tristes, con esperanzas incumplidas y regalos que aparecieron sin esperarlos. Nuestra poesía es todo aquello que sinceramente queremos, y en muchos momentos uno no es más que lo que quiere. No hay diferencias.

Hoy se escribe sin tiempo, sin edad. Se combate párrafo a párrafo contra la velada muerte de la indiferencia, como una respiración agitada. Se escribe por vivir, y se vive escribiendo.
Con cada palabra se anhela la sonrisa; la más profunda, que no llega a ser abierta, la sonrisa de unos ojos que no necesiten decir nada.

En los días más duros del invierno los bosques quedan desiertos. Al amanecer, una fina capa de cristales de hielo repasa los contornos de las plantas, desnudos de hojas. Se dibuja un mundo quieto y perfecto. Un mundo frágil que toco con mis palabras, donde todo lo prescindible es olvidado. Amor que llega más lejos que el edificado por los hombres, que no pide nada, que nos regresa, que nos cura. Uno puede abandonarse.

El niño creció deseando ser árbol, intuyendo que nada creado puede contener la belleza de lo que despreocupadamente es. Así regresa a los bosques con el pensamiento, para intentar aprender lecciones que desconoce.

Me pregunto cuál será la combinación de palabras que rompa los muros que me desgastan, qué palabras pueden cruzan el mar. Todas las distancias que edificamos nacieron para ser barridas, el precio que todos los días se paga por ellas es incalculable.

A Carmen

Si se comprende que nada permanece, pierde el sentido apegarse a personas o cosas.
Si se comprende que lo temporal trae cosas temporales, la mayoría de las búsquedas concluyen.
Si piensas que naces sólo, sin posesiones; y te iras sólo y sin posesiones, desaparece la necesidad de tener para ser.

Nada ni nadie ha sido nuestro en ningún momento.

Al final, en la medida que va desapareciendo el miedo a morir, se diluye el miedo a vivir.

Solucionar los problemas del mundo es fácil. Lo difícil es comprender…

Y tras comprender, lo único que queda es amor,
no el que edificaron los hombres,
sino el que ordena el mundo.

Dejar Himalaya

Se vuelve. Se dan los reencuentros, la sucesión de besos, de abrazos. Por unos días se olvidan los lugares, los puentes tendidos, la realidad cotidiana repleta de novedades, de vida.
Lo primero que se comprende es la imposibilidad de expresar el hábito cotidiano de echar en falta. Cualquier intento nace inválido, y cada frase ahonda la distancia. Al final, uno guarda todas las emociones que deseó compartir; son patrimonio de quien se va, no de quien se queda.

Lo segundo que se comprende, o que se comprueba, pues ya se intuía, es que uno es igual y a la vez es distinto. Regresa a una vida conocida cuyos rasgos concretos renuevan su importancia, cuyas rutinas se reescriben o desaparecen. Todo lo que importa es el viento y la actitud hacia el cambio.

Tras el día a día, las montañas. Ahora ya se entiende que esconden, que enseñan, que entregan y que llevan. Se renueva cada mañana la certeza de saber, que en esencia, algo nunca volverá a ser lo mismo. Desarrollo y floración de una suerte de animismo que aun rige la vida indígena en muchos lugares. Parte tan íntima de la naturaleza del ser humano, que perderlo al civilizarnos nos mutila dramáticamente.

Llegados a un punto, cada bosque es un templo; en cualquier lugar se está solo y también en casa, aun sin entenderlo.

Ser

razones se pueden buscar mil
y de hecho las encontramos

parimos razonamientos razonablemente razonables
para explicarlo todo, sea como sea
¡es que si no soy capaz de enterderlo y razonarlo soy idiota!
¿y que es el razonamiento mas que mi forma de analizar el mundo?

voto por desnudarnos de razones
y desde el Es lo que Es, ir ganando en comprension

comprension que se adquiere desde el observador interno
sin que este ejerza de Juez

no lo olvidemos nunca!!!
no somos Jueces
unicamente Somos

como todo lo demas

en infinito cambio
en movimiento continuo
somos union en fluctuacion!!!

(Pablo)

lunes, 1 de marzo de 2010

Nel cantu la memoria

QUE NUNCA TE CONFUNDA L´OTRU LLAU DE LA MAR. QUE TOLES COSES QUE TE CUNTEN DE LES TIERRES DE LLOÑE NUN SEAN A QU´ESCAEZAS LE QUE TA D´ESTI LLAU. UNA TIERRA PEQUEÑA ENTRE LA MAR Y LOS MONTES ALTÍSIMOS. LA TIERRA DE LOS TUYOS. MIL RÍOS QUE LLEVEN EN SEN LA VOZ DE LOS ANTIGUOS. MIL CAMINOS QUE TRAYEN VOCES NUEVES. Y NELLA TU.
NA TIERRA QUE QUEDA D`ESTI LLAU DE LA MAR. LA ÚNICA ONDE NUNCA PODRÁS SER EXTRANXERU. LA ÚNICA QU´ATIESTA COLA MAR, COLOS MONTES ALTISÍMOS Y COL TO CORAZÓN.

(Llan de Cubel)

martes, 23 de febrero de 2010

Deseos

Tal vez logre, en algún momento, desplegar las alas.

Aligerar el peso de la cuenca de los ojos,
Soltar lastre,
Perderme entre las migraciones que crucen nuestro cielo…

Para caer y enraizar de nuevo,
o por primera vez.

Que al fin la piel se rompa, de una vez y por siempre,
y salgan yemas, brotes, ramas nuevas.
Dejar de andar,
Esperar sin prisa el momento de recomenzar.

viernes, 12 de febrero de 2010

Gorriones

En la casa donde crecí los gorriones y mosquiteros frecuentaban nuestra terraza, justo frente a mi ventana. Durante algunos años les dejaba comida, por lo que las visitas fugazes pasaron a ser diarias. En primavera algunas madres venían con su prole y era testigo mudo de su quehacer diario. Junto a mis primeros cafés surgio cierta complicidad, que ahora tiene forma de recuerdos.

Esta mañana me senté de nuevo en la misma mesa, mire por la misma ventana y me alegró ver que los gorriones siguen pasando, aun sin comida, por nuestra ventana. No son los mismos gorriones, ni yo soy el mismo supongo. Pero la sonrisa que se dibuja en mi cara si es la misma.

miércoles, 10 de febrero de 2010

Punto cero

Sin saber como pararlo, la rutina se fue volviendo de nuevo gris, el tiempo escaso, la capacidad de sentise apenas presente, y el horizonte se lleno de vallas.

No me siento valiente, se vea o no desde fuera.

He llegado al destino para descubrir que en el camino se estaba mejor, que el cómo es más importante que el qué.

Me planto en el punto inicial, sin proyectos firmes, incapáz aun de anticipar las consecuencias de la decision reciente, del tipo de las que condicionan toda una vida, o lo que quede de ella.

Ni joven, ni viejo, ni contento ni triste.

Ojala el corazón sea quien tome las decisiones a partir de ahora. Las del pasado no sabría decir quien las tomó.