Tal vez logre, en algún momento, desplegar las alas.
Aligerar el peso de la cuenca de los ojos,
Soltar lastre,
Perderme entre las migraciones que crucen nuestro cielo…
Para caer y enraizar de nuevo,
o por primera vez.
Que al fin la piel se rompa, de una vez y por siempre,
y salgan yemas, brotes, ramas nuevas.
Dejar de andar,
Esperar sin prisa el momento de recomenzar.
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