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sábado, 20 de marzo de 2010

Dibujos en el aire


Tendemos a pensar que las cosas para nosotros importantes, lo son de modo intrínseco. Nuestra red de importancias refleja una suerte de orden natural jerárquico y puesto que todo es tan obvio, no hay reflexión.

Más si comenzamos a alejarnos de nuestra claridad de ideas, desde el primer escalón, se ve una inmensa red de “importancias” que las personas proyectan alrededor, es el tejido de la humanidad, que con frecuencia separa más de lo que une a las personas.

Un poco por encima, desde el segundo, se ve como nuestra vida, igual que el resto de vidas, será feliz en la medida en que aquello que es importante, ¡porque obviamente lo es!, para nosotros se cumpla, importa menos si se trata de prestigio, status, un ideal de familia… Por ende, seremos desgraciados cuando nuestras decisiones, actitudes y aptitudes nos lleven a lugares menos importantes.

En el tercer escalón hace más viento, desde la distancia uno comienza a preguntarse ¿por qué tal o cual cosa es importante? Para ser sinceros, la existencia de cualquier jerarquía de importancias se pone en tela de juicio y las vidas de abajo, incluida la propia, parecen regidas por un conjunto de decisiones arbitrarias, caprichosas si se quiere, pero que nada tienen que ver con la naturaleza de las cosas. Se ve con ternura y compasión (etimológicamente sentir con), la necesidad ,común y desesperada, de tener referencias en el vacío, intentar poner orden para continuar andando, que es más sencillo que preguntarse sobre el sentido o necesidad de andar, sobre el lugar de destino. Ante la falta de respuestas a ninguna pregunta fundamental, es mejor dar un sentido estéril a la vida y andar junto a nuestros compañeros de camino, igualmente perdidos, pero que también andan a fin de cuentas. Así se obtiene compañía, uno se siente menos solo y como camina (aunque en el fondo, no sepa hacia donde), la inercia del movimiento parece dar sentido a las cosas.

Cuarto escalón e intensa sensación de lejanía y vértigo. Con todo, si se ascendió fue para poder hacerse preguntas, así que ninguna se esquiva. A estas alturas y en estas alturas, uno empieza ya a dudar de que realmente las personas sean libres para escoger sus importancias. Si nuestras vidas se ordenan por decisiones arbitrarías que establecen prioridades, sería deseable que al menos fuésemos libres para escogerlas. Puestos a elegir un objeto externo en el que proyectar nuestra felicidad (!), ¿escogemos lo que de corazón queremos?

Si uno se sienta por un tiempo, se puede ver como todo cuanto edificamos, por lo que reímos y lloramos, no son más que dibujos en el aire. De nuevo no importa si hablamos de éxito financiero, reconocimiento intelectual o algún tipo de destreza. Todas estas cosas son con frecuencia obtenidas a costa de algo, o peor aún, a costa de alguien, nosotros mismos. Nuestros logros torpemente nos sirven para presentarnos ante nosotros mismos y ante el mundo, pero, ¿responden a algo fundamental?

A la luz de la muerte, tal vez la luz bajo la que debe mirarse la vida, se ven recorridos erráticos y como nuestros dibujos en el aire, serán barridos por el primer viento la mañana siguiente a cuando nos hayamos marchado. ¿Habremos comprendido algo?

Me gusta pensar que, al menos, antes de partir tendremos la lucidez y el valor de formular las preguntas adecuadas.

Con amor y compasión.

viernes, 12 de marzo de 2010

Dejar atrás

Poco antes de partir, las amarras del barco se tensan. Siempre fue así, todas las veces. El muelle del puerto reclama con sus brazos de cuerda lo que por un tiempo ha sido suyo.

Con todo, muelle y barco, saben de la inevitable partida. Por eso los preparativos no cesan, las cajas se cierran y apilan, el motor se enciende y apaga y desde el puente de mando, un hombre solo lleva sus ojos a un lugar distante e indeterminado. La mañana empezó nublada, a partir de una distancia es imposible diferenciar la frontera entre cielo y agua. Todo es lo mismo, todo esta en calma.

Certeza de levar ancla y de no conocer el rumbo. Los mapas de navegación se perdieron o dañaron en algún viaje. Serenidad ante el cambio de guardia de las soledades; despidiendo unas para recibir otras.

Hoy el viento se clava en una piel que no es igual que diez años atrás, que va acumulando señales, como el corazón, de todos los puertos.

Barco y hombre siguen siendo los mismos. Nunca hay certeza sobre si el barco conseguirá salir a mar abierto, sobre la duración del viaje, sobre el dónde y el cómo se pisará tierra firme de nuevo.

Y aun con todo, el viento es tan fuerte que evapora cualquier lágrima.
Con todo, consigue soltar el último cabo, verlo caer al agua sin apartar la vista y renunciar a amarres desesperados.

Se sienta,
Y finalmente zarpa.

lunes, 8 de marzo de 2010

Historias de la selva

Se necesita contar cosas, por razones tal vez confusas, o simplemente por tener la certeza de que si no son contadas, algo se pierde a nivel personal, y a nivel colectivo.
Son detalles de una realidad enormemente variada, que rompen nuestra imagen de la misma. El reto estriba en como contarlas sin opinar. Gary Snyder escribió en un poema “La mente pura no tiene opinión”. El reto siempre está en escribir desde esa mente pura, ajena a uno mismo.


El tiempo va transcurriendo, y quien tembló de miedo y de fascinación, regresó para encontrar de nuevo sus vallas, sus limitaciones, sus sueños, y la vida tal como la dejó. Regresó a valorar la vida, a enjuiciarla y frecuentemente aprisionarla bajo criterios de objetivos a cumplir, de lugares donde llegar, de bienes que obtener. Nada de eso ha llegado, y esas mismas carencias, ese mismo vacío que de cuando en cuando regresa para arrasarlo todo; permiten sentirse cerca de quienes aun continúan viviendo sin nada de lo que consideramos imprescindible.

En las noches en las que era complicado dormir, llantos de niños hacían callar la infinidad de sonidos que rodeaban una cama destartalada e incómoda. En algún momento toda la humanidad fue así, y los llantos nocturnos de los niños indicaban, como aun indican en algunos lugares, la modesta presencia humana en mitad de algo mucho mayor, en mitad de la vida sobre este planeta.


Nicolás murió… Intenso olor a muerte, proximidad de una muerte aquí restringida a los hospitales, como si no existiese, pero existe. Velamos su muerte horas, algunos casi días, y entre toda la comunidad se le enterró con unas viejas zapatillas, y algo de comida; para el viaje supongo. Nicolás vivió y murió en medio de la selva, como los hombres llevan haciendo miles de años. Probablemente tuberculosis, que su mujer cuido hasta el día de su muerte, día tras día, noche tras noche. Cuidar una tuberculosis no es fácil, incluso hablar con un enfermo terminal de tuberculosis impresiona; más en la selva las cosas se asumen, entre ellas la muerte. Pocas veces puede verse un acto así de amor…
Murió sin dejar nada, tan sólo una casa levantada, y una cama vacía en el dormitorio familiar. Nicolás no dejo nada a una familia con menos posesiones materiales entre todos sus miembros de las que yo tengo en mi habitación. Le conocí ya muy enfermo, y casi a diario me pregunto cuánto tiempo pasó con sus hijos bañándose en el Quiquibey, cómo les enseño a cazar y pescar, o como conoció a su mujer, (que entre risas confesaba no saber con seguridad cuantos años tiene). No puedo evitar ver a Nicolás como a una persona repleta de la dignidad que sólo la sencillez brinda. Entonces recuerdo las palabras de Taisen Deshimaru: “cuando el hombre olvida todos sus objetivos, se da cuenta de que no es nada, y puede relajarse”. Entonces verdaderamente me relajo, miro las plantas de mi terraza y a mi gato durmiendo despreocupadamente, y siento como una certeza que no hay lugar al que ir. Pienso en Nicolás, comprendo, e intento asumir la idea de nacer y morir sin nada…Sólo vida desnuda.
Sería bueno que todos tuviéramos a nuestro Nicolás para ver algunas verdades.

Hielo

A veces se pierde la poesía. Uno no sabe bien el momento en que se produce, el lugar donde quedó abandonada, pero al transcurrir los días, nota una íntima ausencia. El fino cordón que nos une al mundo se parte, todo se aleja imperceptiblemente. Dejamos de sentir.

Cada uno tenemos nuestro poema, con versos alegres y tristes, con esperanzas incumplidas y regalos que aparecieron sin esperarlos. Nuestra poesía es todo aquello que sinceramente queremos, y en muchos momentos uno no es más que lo que quiere. No hay diferencias.

Hoy se escribe sin tiempo, sin edad. Se combate párrafo a párrafo contra la velada muerte de la indiferencia, como una respiración agitada. Se escribe por vivir, y se vive escribiendo.
Con cada palabra se anhela la sonrisa; la más profunda, que no llega a ser abierta, la sonrisa de unos ojos que no necesiten decir nada.

En los días más duros del invierno los bosques quedan desiertos. Al amanecer, una fina capa de cristales de hielo repasa los contornos de las plantas, desnudos de hojas. Se dibuja un mundo quieto y perfecto. Un mundo frágil que toco con mis palabras, donde todo lo prescindible es olvidado. Amor que llega más lejos que el edificado por los hombres, que no pide nada, que nos regresa, que nos cura. Uno puede abandonarse.

El niño creció deseando ser árbol, intuyendo que nada creado puede contener la belleza de lo que despreocupadamente es. Así regresa a los bosques con el pensamiento, para intentar aprender lecciones que desconoce.

Me pregunto cuál será la combinación de palabras que rompa los muros que me desgastan, qué palabras pueden cruzan el mar. Todas las distancias que edificamos nacieron para ser barridas, el precio que todos los días se paga por ellas es incalculable.

A Carmen

Si se comprende que nada permanece, pierde el sentido apegarse a personas o cosas.
Si se comprende que lo temporal trae cosas temporales, la mayoría de las búsquedas concluyen.
Si piensas que naces sólo, sin posesiones; y te iras sólo y sin posesiones, desaparece la necesidad de tener para ser.

Nada ni nadie ha sido nuestro en ningún momento.

Al final, en la medida que va desapareciendo el miedo a morir, se diluye el miedo a vivir.

Solucionar los problemas del mundo es fácil. Lo difícil es comprender…

Y tras comprender, lo único que queda es amor,
no el que edificaron los hombres,
sino el que ordena el mundo.

Dejar Himalaya

Se vuelve. Se dan los reencuentros, la sucesión de besos, de abrazos. Por unos días se olvidan los lugares, los puentes tendidos, la realidad cotidiana repleta de novedades, de vida.
Lo primero que se comprende es la imposibilidad de expresar el hábito cotidiano de echar en falta. Cualquier intento nace inválido, y cada frase ahonda la distancia. Al final, uno guarda todas las emociones que deseó compartir; son patrimonio de quien se va, no de quien se queda.

Lo segundo que se comprende, o que se comprueba, pues ya se intuía, es que uno es igual y a la vez es distinto. Regresa a una vida conocida cuyos rasgos concretos renuevan su importancia, cuyas rutinas se reescriben o desaparecen. Todo lo que importa es el viento y la actitud hacia el cambio.

Tras el día a día, las montañas. Ahora ya se entiende que esconden, que enseñan, que entregan y que llevan. Se renueva cada mañana la certeza de saber, que en esencia, algo nunca volverá a ser lo mismo. Desarrollo y floración de una suerte de animismo que aun rige la vida indígena en muchos lugares. Parte tan íntima de la naturaleza del ser humano, que perderlo al civilizarnos nos mutila dramáticamente.

Llegados a un punto, cada bosque es un templo; en cualquier lugar se está solo y también en casa, aun sin entenderlo.

Ser

razones se pueden buscar mil
y de hecho las encontramos

parimos razonamientos razonablemente razonables
para explicarlo todo, sea como sea
¡es que si no soy capaz de enterderlo y razonarlo soy idiota!
¿y que es el razonamiento mas que mi forma de analizar el mundo?

voto por desnudarnos de razones
y desde el Es lo que Es, ir ganando en comprension

comprension que se adquiere desde el observador interno
sin que este ejerza de Juez

no lo olvidemos nunca!!!
no somos Jueces
unicamente Somos

como todo lo demas

en infinito cambio
en movimiento continuo
somos union en fluctuacion!!!

(Pablo)

lunes, 1 de marzo de 2010

Nel cantu la memoria

QUE NUNCA TE CONFUNDA L´OTRU LLAU DE LA MAR. QUE TOLES COSES QUE TE CUNTEN DE LES TIERRES DE LLOÑE NUN SEAN A QU´ESCAEZAS LE QUE TA D´ESTI LLAU. UNA TIERRA PEQUEÑA ENTRE LA MAR Y LOS MONTES ALTÍSIMOS. LA TIERRA DE LOS TUYOS. MIL RÍOS QUE LLEVEN EN SEN LA VOZ DE LOS ANTIGUOS. MIL CAMINOS QUE TRAYEN VOCES NUEVES. Y NELLA TU.
NA TIERRA QUE QUEDA D`ESTI LLAU DE LA MAR. LA ÚNICA ONDE NUNCA PODRÁS SER EXTRANXERU. LA ÚNICA QU´ATIESTA COLA MAR, COLOS MONTES ALTISÍMOS Y COL TO CORAZÓN.

(Llan de Cubel)